martes, 19 de febrero de 2013


"Amenaza sísmica latente" CONRED
Todas las personas que vivimos en Guatemala debemos tener siempre presente que en cualquier momento puede ocurrir un sismo que dependiendo de su magnitud y epicentro puede causar daños severos en el país. El ejemplo más reciente es el fuerte sismo del 07 de noviembre del año pasado que provocó daños en el Occidente y en estos días conmemoramos 37 años de aquel evento que marcó la vida de muchas personas: el terremoto del 04 de febrero de 1976.
La madrugada de aquel 04 de febrero, hace 37 años, parecía eterna y muchos creían que el día no llegaba nunca, las banquetas se convirtieron en el lugar de permanencia de miles de personas que en medio de frío y el miedo habían sobrevivido al impacto del movimiento telúrico, mientras que otros miles de personas no corrieron con la misma suerte.
Cerca de medio millón de personas resultaron damnificadas y heridas, se calculan unas 23 mil personas fallecidas víctimas del fenómeno natural. La infraestructura del país quedó severamente dañada, carreteras, puentes, edificios y viviendas colapsaron totalmente dejando un panorama de caos y destrucción, calculando que más del 75 por ciento del país se vio afectado.
Luego de registrarse el sismo de 7.6 grados en la escala de Richter, el trabajo de civiles, bomberos y miembros del Ejército constituidos en el Comité Nacional de Emergencia –CONE-, fue arduo, con herramientas básicas se dedicaron a buscar sobrevivientes entre los montones de ruinas, piedras y adobes, que quedaron esparcidos por las calles.
El miércoles 07 de noviembre del 2012 a las 10:30 horas se registró el fuerte sismo con epicentro en las costas del SurOccidente del país, afectando principalmente San Marcos, Quetzaltenango y Sololá. 45 personas resultaron víctimas y más de 30 mil viviendas con daños. Ha sido el sismo con magnitud más fuerte luego del terremoto de 1976.
Hoy más que nunca la gestión integral para la reducción de riesgo de desastres, se convierte en una necesidad imperante, para cooperar directamente en la construcción de un desarrollo sostenible, sustentable y seguro.
Esperar el desastre es aumentar las consecuencias, este es el momento en que todos de manera firme y categórica debemos actuar, con compromiso y voluntad,  fortaleciendo la participación de todos los entes sociales y políticos, sino y por  sobre todo de la población que debido a la pobreza vive constantemente en alto riesgo.
Esfuerzos unidos, desastres reducidos, compromiso de excelencia


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